“¡La confesión es más eficaz que el exorcismo!” – escribe el exorcista de la diócesis romana, sacerdote Gabriele Amorth – “Al espíritu maligno más le pone nervioso una confesión en el confesionario, es decir, sacarle las almas, que exorcizar, significando sacarle los cuerpos”.
Cuando no estás seguro si tú o tu prójimo permanecéis un objeto de la acción de un espíritu maligno, lo mejor es compartir tu duda con el sacerdote parroquial, ej. a la hora de la confesión. Puedes también realizar un reconocimiento inicial de manera individual. ¿Cómo hacerlo?
Un gran apoyo en el tema de combatir los efectos de la acción demoníaca a la gente y los lugares son los sacramentales en forma de agua, aceite y sal exorcizado. El exorcismo de agua, sal y aceite lo puede realizar cada sacerdote.
El poder de la Santa Cruz es la verdad histórica y, a la vez, el dogma de nuestra religión. Si nos dirigimos a esta señal raramente, no podemos recibir ninguna ayuda desde el, sólo nos deja asignarnos la fe débil.
Recordemos que el rosario – como lo escribió Padre Maximiliano María Kolbe – es “disparar al Satanás”. Con el rosario hay también vinculadas las promesas de Virgen María dadas al beato Alano de la Roca. Las promesas dicen sobre los efectos espirituales para todos quienes consideren los misterios de la Sagrada Escritura describidas en la plegaria de rosario.
Conocido en la historia, el apóstol del Santo Rosario y fundador de Cofradías del Rosario – beato Alano, declaró recibir de la Virgen María las siguientes promesas, pasadas en la tradición de la orden dominicana:
Recordemos en la oración sobre los sacerdotes, incluso especialmente sobre los exorcistas. En su ministerio no fácil necesitan un apoyo espiritual de parte de los fieles. Por eso, hemos construido una lista en la cual se puede declarar su propia oración por los sacerdotes exorcistas.
En los principios, el rito de exorcisar se lo trataba como uno de las carismas y se practicaba sin ningunas dedicaciones. La primera mención sobre el establecimiento formal de los exorcistas proviene de la letra del papa Cornelio (251-253) a Fabio, el obispo de Antioquía. La primera mención sobre el estatuto del exorcista en Este encontraremos en los documentos de Sínodo de Laodicea (ca. 360). El caso de las primeras dedicaciones entre las exorcistas fue tratado por Sínodo de Cartago (398). Sin embargo, no solo ellos ejercieron el ministerio de exorcista.