Como expulsar los espíritus malos, lo enseñaba Jesucristo a sus discípulos. Los exorcismos de Jesucristo tan como los hechos después, por los apóstoles entre los Judíos y paganos, habían llegado a ser famosos por su eficacia. El poder sobre los demonios es precisamente una confirmación de la veracidad de fe cristiana y, en mismo tiempo, una fruta de proclamar la Buena Nueva.
Exorcismo y bautismo
El exorcismo fue rápidamente conectado con el sacramento de bautismo. Los catecúmenos antes de bautismo pasaban, así llamado, el rito exsufflatio. En esta forma el catecúmeno se ponía al oeste y después volaba y escupía como muestra de desprecio al demonio. Estos gestos tienen un carácter simbólico y bíblico: oeste es un símbolo de la noche y el lugar de persistencia de sátanas, en contraste con este, figuradamente asociado con Segunda Venida y el Cristo “Rey-Sol”. Este costumbre sa ha mantenido en el rito griego. El celebrante volaba en el rostro del catecúmeno refiriendo a las palabras de San Pablo:
“a quien (…) destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la Manifestación de su Venida” (2 Tes 2,8).
La estampación de los bautizados
Tras este rito, segía, así llamado, el rito consignatio (estampación con un sello) basado en hacer el señal de la cruz en el rostro de un catecúmeno. Esto significó la devoción a Cristo y – a través de la pertenencia total a Cristo – rompimiento del vínculo con un espíritu malo. En algunas iglesias, después estos ritos se tomaba la sal sobre la cual se había hecho los exorcismos antes. Ese rito tenía el sentido doble: la sal significa la sabiduría y un medicamento para la enfermedad y la corrupción. Durante la preparación al bautismo, los catecúmenos fueron objetos de cinco exorcismos, después cada uno, por la mañana, tuvo lugar una catequesis. La culminación fue el domingo antes la Pascua, cuando los candidatos, en una recitación ritual de credo, confirmaban los exorcismos, mediante la cuales el alma fue sustraído al poder de satanás. El último rito, anterior de bautismo, fue el hecho de renunciar de sátanas y adhesión a Cristo. Esto tuvo lugar durante la víspera de la Pascua.
Esta tradición es certificada por Rituale romanum (Rito romano). Actualmente, el rito de bautismo de los niños solamente es una forma de exorcismo expresada en las palabras “Dios todopoderoso y eterno, que has enviado a tu Hijo al mundo, para librarnos del dominio de Satanás, espíritu del mal, y llevarnos así, arrancados de las tinieblas, al Reino de tu luz admirable; te pedimos que este niño, lavado del pecado original sea templo tuyo, y que el Espíritu Santo habite en él”.
Evolución del rito de exorcismos
Hasta los principios del siglo XVI no existía ningún rito de exorcismos uniforme. En 1523 Alberto Castellani publicó Liber sacerdotalis, la cual León X implementó como válida en la Iglesia. Tras un procesamiento de este rito por cardinal Santori, fue usado hasta el año 1602. Santori colocó en su obra varios criterios de reconocer una posesión. Para finalizar este trabajo, Pablo V publicó en 1614 Rito romano que sigue siendo válido. Posible que ningun libro no permaneció tanto tiempo como el rito de los exorcismos de Pablo V. Fue basado a unos siglos de experiencia de los exorcistas y esto le permitió a sobrevivir tanto tiempo en la forma casi no modificada.
El rito romano de Pablo V del año 1614 se puso con algunas enmiendas y suplementos en 1926 y 1952. El Concilio Vaticano II no implementó ningunos cambios en este tema. La última reforma de los exorcismos fue realizada en año 1999 al editar el nuevo Rito romano. El día 4 de junio de 1990 y, después, 12 de febrero de 1991, la Congregación para el Culto Divino mandó a los presidentes de las conferencias episcopales el texto del nuevo rito de los exorcismos – Rituel ad interim – con el objetivo de una prueba para los exorcistas. El texto fue pasado con prohibición de publicar y ha sido desarrollado por los expertos litúrgicos. Sin embargo, muchos obispos y exorcistas expresaron su lamentación de que los textos no sean consultados con exorcistas mismos de manera suficiente y que no se tenga en cuenta su experiencia en el ministerio de liberación. Emerjó una pregunta sobre por qué edición de este documento ha sido confiada a Congregación para el Culto Divino y no a Congregación para la Doctrina de la Fe y la Penitenciaría Apostólica que se dedican a otros aspectos importantes de este problema. Según ellas, sería necesario que este documento sea entregado antes de aprobación definitiva. Es que la reforma de exorcismos sale fuera de los problemas de las ceremonias de culto. El padre Gabriele Amorth, reconocido exorcista romano, afirmó que los cambios en el rito de exorcismos llevaron al punto de una eficacia limitada. Tras poco tiempo, suavizó su evaluación, pero la discusión sobre la forma correcta de un exorcismo sigue existiendo. Los aspectos discutados son tales como ej. llamadas a María, los ángeles y los santos; uso de exorcismo en las situaciónes dudosas con fines diagnósticos (ej. cuando el exorcista se enfrenta con la presencia oculta de espíritu malo); o posibilidad de utilizar el rito previo de Pablo V.
Exorcismos globalmente
Los exorcismos son realizados globalmente hasta hoy, aunque frente a muchas amenazas espirituales el número de exorcistas en algunos países resulta no suficiente (ej. en EE.UU., Alemania y Francia). Los problemas contemporáneos más importantes resultan así:
- a veces los teólogos parecen limitando la posibilidad de influencia de espíritu malo a la gente, es lo que surge de la convicción de que el satanás no pueda actuar en la forma de “allanamiento de morada del alma de un hombre”. Es verdadero en referencia a la voluntad, pero falso en caso del cuerpo y de la sique. A veces emerge una reinterpretación de los exorcismos de Jesús: una expulsión de malo espíritu se interpreta como el tratamiento de enfermedades, ej. la epilepsia.
- En ocasiones se usa una interpretación psicológica y busca el apoyo entre los psiquiatras, y el ministerio exorcista se limita a un consejo sacerdotal.
- Existen preocupaciones no necesarias y falta del conocimiento de la istota del exorcismo, ej. en efecto de trauma social (ej. el caso de exorcismos “fracasados” de Anneliese Michel en Alemania).
Eso resulta en la debilidad del papel de exorcista en la vida de Iglesia y, algunas veces, en el problema de la asistencia sacerdotal sobre las personas esclavizadas espiritualmente. Sin embargo, hay que subrayar que la verdad se defiende sí misma: los exorcismos limitados a un apoyo psicológico no llevan las frutas necesarias en la forma de liberación real sobre los dominios demoníacos. Entonces, la privación de la ayuda a los creyentes que realmente la necesitan, pone en la discusión el comando claro de Jesús sobre el ministerio de liberación y sanación (véase: Mt 10, 7-11). Hoy en día, entre varias amenazas, el ministerio de liberación de espíritus malos es más y más necesario. Y, gracias a su eficacia, empieza de vivir su renacimiento.