“¡La confesión es más eficaz que el exorcismo!” – escribe el exorcista de la diócesis romana, sacerdote Gabriele Amorth – “Al espíritu maligno más le pone nervioso una confesión en el confesionario, es decir, sacarle las almas, que exorcizar, significando sacarle los cuerpos”.
Los exorcistas aconsejan: “Si nuestra debilidad nos conduce a veces al colapso, deberíamos inmediatamente aguantar, disfrutando de este magnifico medio, concedido a nosotros por la misericordia divina: mostrar un arrpentimiento sincero y confesarlos durante la confesión”.
Conoces, tal vez, las condiciones de la BUENA CONFESIÓN. Sí, cada una de estas condiciones es importante. Como comer, beber y respirar es importante para la vida, de mismo modo la confesión bien realizada es importante para la vida espiritual.
- Examen de conciencia – es aquí donde tienes que aguantar en la verdad ante Dios el Señor y tú mismo. Tienes que darse cuenta de la verdad sobre tú mismo.
- Dolor de los pecados – si no sientes la contricción por los pecados, es decir, por el hecho de que has ofendido a Dios y su amor a ti, es mejor no ingresar a este sacramento… De forma similar, si después de la confesión quieres volver al pecado.
- Propósito de no volver a pecar – por supuesto, no se debe desanimar cuando inicialmente algo no suceda de manera deseada y caigas sobre el peso del pecado. Lo que cuenta es el enfoque interior, la actitud de la voluntad que retiene de pasar al terreno del pecado. Esto ocurre en la libertad y nadie puede controlarte. Aguantas en la verdad ante Dios y tú mismo. La voluntad buena – ¡ya es mucho!
- Decir los pecados al sacerdote durante la confesión – diga sinceramente tus pecados, pero siempre que cumplas las condiciones anteriores. El confesor lo puedes engañar, pero a Dios o a ti mismo JAMÁS. Y de esto sé conciente, que escondiendo algún pecado haces toda la confesión sacrílega, invalida. Si tienes la valentía de pecar, ten la valentía de confesarlo.
- La penitencia – es precisamente este precio pequeño que tienes que pagar por los pecados, cuyos costos son aún más grandes. Es aquí donde puedes convecerte de la Misericordia Divina y Su amor a ti. No posponga la penitencia. Cúmplela lo más pronto posible. Es lo que demanda la justicia de Dios y tú mismo.
- La satisfacción – tal vez la condición más frecuentemente olvidada. Y sin embargo, exigimos la justicia sobre sí mismos. La satisfacción es cumplir la justicia en la relación con el prójimo, el cual tú has herido.
La absolución que recibes no es válido a menos que cumplas todas estas condiciones.
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