Un gran apoyo en el tema de combatir los efectos de la acción demoníaca a la gente y los lugares son los sacramentales en forma de agua, aceite y sal exorcizado. El exorcismo de agua, sal y aceite lo puede realizar cada sacerdote.
El uso de los sacramentales pertenece a las competencias de cada sacerdote. Su poder depende de la fe personal del sacerdote y la cooperación de la persona que adopta el sacramental a través de los actos de fe, amor y arrepentimiento. El poder de los sacramentales corresponde con la oración intercesoria de la Iglesia en cuya nombre el sacerdote bendice, dedica o exorciza las personas y las cosas.
Los sacramentales son un vínculo entre el mundo sobrenatural y natural, por eso consagran la vida del hombre. De esta manera, son una amenaza para los espíritus malignos y su valor en la lucha con las fuerzas del mal no puede ser desatendida. Véase: “Los sacramentales en la Iglesia”.
La aspersión de la persona poseída con el agua bendita es un acto de sacrificio de esta persona a Dios. Agua bendita y exorcizada es por eso un medio de protección contra los acechos del espíritu maligno. El agua bendita protege las personas, hogares, cosas, permite a salir victorioso de las batallas contra los sugerencias, sufrimientos físicos y mentales que tienen la base en el espíritu malo. Por eso, se puede beberla, asperger el cuerpo en los lugares dolorosos y las cosas del uso común. Esto ayuda en neutralizar los señales revelados por el espíritu maligno tan en el cuerpo como en las cosas.
Un sacramental especial es aceite exorcizado. Según sacerdote Amorth, el exorcista romano, este aceite tiene los propiedades de sacar de los cuerpos varios alimentos mágicos, envenenados o impuros que han aparecido en el cuerpo de fiel esclavizado a través de comer o beber. Entonces, se puede usar el aceite exorcizado para saborizar los alimentos cuando hay una sospecha de consumir algo envenenado, nocivo o encantado. Eso resulta con la extorsión pronta de la cosa dada. Frotar con el aceite ayuda a que la gracia actúe en la batalla con el espíritu malo y su influencia al cuerpo del poseso.
Sal exorcizado influye al lugar dado a través de dispersión en las habitaciones consideradas como contaminadas de la acción de las fuerzas diabólicas, ej. en los lugares donde fueron convocados los espíritus malignos, realizados los ritos paganos y espiritualistas. También se lo usa en la protección de los hogares, pisos, edificios anexos y los campos cuando surja una sospecha de que puedan ser efectuados por los encantos omaldiciones. El sal se puede añadir a los platos cuando sean sospechas de ser encantados a través del plato.
Incienso dedicado se lo usa en las condiciones specíficas, cuando espíritus malos dominan la persona esclavizada, de tal manera que no tiene ningún contacto con alrededor. El humo del incienso dedicado pone los espíritus malignos nerviosos que resulta en revelación de su presencia, y también en su alejamiento.
Por cada uno de estos sacramentales se puede pedir los sacerdotes. El exorcismo de agua, sal y aceite puede ejecutar cada sacerdote usando los oraciones del Rito romano.
Basado en: “El ministerio del sacerdote exorcista” (título original: “Posługa kapłana egzorcysty”, autor: S.te Kocańda)